El socialismo real es el nombre que
recibieron los regímenes políticos, económicos y sociales establecidos en
algunos países del Este de Europa (URSS y países satélites) entre 1917 y 1991.
Bien es cierto que todavía quedan algunas de estas aberraciones políticas en el
mundo de modo residual: Vietnam, Corea del Norte, Cuba y China. En dos de estos
países, Vietnam y China, se ha introducido un capitalismo liberal, con lo cual,
el socialismo es una especie de praxis política y económica pronta a
extinguirse. En Cuba, todo depende de la biología y de las constantes vitales de
un individuo llamado Fidel Castro. El régimen aberrante de Corea del Norte
puede que dure algunos años más.
La fragilidad de tales regímenes se
demostró en los años 1989-1991. Se derrumbaron con suma facilidad y con un gran
consenso social en torno a la necesidad de su desaparición. Desaparecieron sin
pena ni gloria. Tras el fracaso de la economía socialista planificada,
centralizada dirigida por una burocracia estatal –hecho ya previsto por Von
Mises en 1921 por cierto- podemos decir al modo de Nietzsche: “El socialismo ha
muerto”. Ahora sólo nos queda dar cuenta de tal hecho y extraer las
consecuencias de tal acontecimiento, de vivir a fondo y jubilosamente la muerte
del socialismo. Hay que evitar que el socialismo resucite de entre sus cenizas
y que se encarne en una nueva generación de la izquierda o bajo otras
denominaciones. Las izquierdas socialista y comunista han sido nefastas. El
progresismo es la denominación común degenerada, la última fase de la
putrefacción de los restos del naufragio de tales izquierdas. Su efecto en
Europa Occidental ha sido y está resultando ser fatal y nefasto para las
democracias liberales europeas, no digamos en el caso español, en el cual ha
cobrado la forma de pensamiento Alicia. En el caso español es en donde se
pueden observar de manera privilegiada la conversión de la izquierda socialista
y de la izquierda comunista en nihilismo pasivo. A fin de cuentas, después de
1917, el país europeo en el que se produjo otra revolución que la seguía en
importancia a la Revolución Bolchevique, fue España en 1934 y 1936. En algo
tenemos que destacar entonces en el tema de la degradación política. La caída
de la URSS ha afectado mucho a España. Aquí, entre nosotros, en España la
degradación ética, política y moral de las izquierdas es algo que las ha
conducido al nihilismo pasivo absoluto. Sólo tienen como contenido de su praxis
política el odio, el resentimiento contra lo noble e importante, la impotencia
y el rencor. A propósito de este nihilismo, como bien dice Pío Moa, el
analfabetismo funcional es la característica principal de las izquierdas no
liberales en España. De ahí la virulencia y la peligrosidad del pensamiento
Alicia en España.
El capitalismo ha superado con éxito su
enfermedad infantil –el comunismo-. El mercado pletórico de bienes está
pletórico de fuerzas y goza de una indecente salud. Sin embargo, algunos siguen
convencidos de que el capitalismo es malo, de que la propiedad privada es mala,
de que el mercado pletórico de bienes es malo y de que la democracia burguesa es
mala y quieren acabar con todo esto y ya están planteando de forma embrionaria
la formación de una presunta “séptima generación de la izquierda”. Dan por
supuesto que existe una entidad llamada “derecha” y de una entidad llamada
“izquierda” que se enfrentan incesantemente hasta el final de los tiempos. No
sabemos en qué consiste el contenido de esta presunta séptima generación. Ahora
que teníamos el liberalismo conservador y de orden, que es plenamente
compatible con el materialismo filosófico y encima es verdadero y describe
perfectaemente la situación política y económica presente y desde el presente,
van y quieren reanudar la revolución pendiente. Un fantasma recorre el
materialismo, la séptima generación de la izquierda. Esta nonnata e inexistente
presunta séptima generación de la izquierda está patrocinada por algunos
seguidores del materialismo filosófico. Esta inexistente séptima generación
pretende, a decir de sus patrocinadores, destruir el sistema social capitalista
sin aportar nada nuevo, mejor dicho, sin decir en qué consiste su programa
político. Se nos habla de un “socialismo iberoamericano” sin especificar en qué
consiste tal socialismo. Hay que evitar que el socialismo renazca o resucite
bajo otros ropajes. El ideal socialista no tiene ya ninguna vigencia histórica
ni ningún sentido. Si hay algo que tiene que florecer en Iberoamérica es el
capitalismo liberal de mercado pletórico de bienes. No necesitamos ni populismo
ni demagogia al estilo de López
Obrador, Daniel Ortega, Hugo Chávez, Correa, Ollanta Humala, Evo Morales y
Kirzner.
Hay que superar la vieja idea de que la
desigualdad económica, social, intelectual sea mala per se. El ideal socialista
está organizado en torno a la errónea y mítica idea por confusionaria, de que
todo el mundo debe ser igual económica y socialmente. Frente al mal social, el
socialismo opta por el comunitarismo, la unidad social sin fisuras y el control
económico y burocratico por parte del Estado de la economía nacional,
produciéndose intervenciones gubernamentales arbitrarias en el mercado
pletórico de bienes y en la economía nacional para redistribuir la renta o para
maximizar las utilidades mínimas con el criterio maximin a decir de John Rawls.
Aunque lo que Rawls defiende es el Estado del Bienestar Rawls es esencialemnte
un pensador liberal y el socialismo iría siempre más allá de lo que propugna
Rawls. El Estado de Bienestar es un artefacto creado por los liberales para
adaptar el capitalismo a las necesidades del pueblo.Este Estado del Bienestar
es perfectamente compatible con los objetivos de la sociedad burguesa y además
necesita de la sociedad burguesa para ser viable económicamente. El socialismo en
cambio busca una sociedad homogénea y uniforme incompatible con el pluralismo,
metodología básica del materialismo filosófico. El socialismo pretende acabar
con el mercado pletórico de bienes, con la propiedad privada, con el
capitalismo y por ello, necesariamente debe intentar acabar con las libertades
individuales o recortarlas y cercenarlas al servicio de su supremo ideal de
igualdad. El socialismo además olvida algo obvio: que los hombres responden a
incentivos económicos.
Javier Pérez Jara ha defendido la
incompatibilidad del materialismo filosófico con la derecha. Si por derecha
entendemos la defensa del Antiguo Régimen y la alianza entre el Trono y el
Altar, entonces la afirmación de Javier Pérez Jara es razonable y todo
individuo perspicaz estará de acuerdo con él en ello. Sin embargo, si por
derecha entiende el liberalismo, el neoliberalismo, conservadurismo liberal,
etc, entonces ahí yerra. Bien sé que ha habido personas que han defendido la
solidaridad entre socialdemocracia y materialismo filosófico así como entre
comunismo y materialismo filosófico. Sin embargo, ¿Cómo apoyar proyectos
políticos fracasados desde una filosofía materialista y por tanto, realista? En
otra ocasión he defendido la compatibilidad y la solidaridad entre liberalismo
y materialismo filosófico por razones de puro realismo político.
El materialismo filosófico es
compatible con el liberalismo por la simple razón de que el materialismo
filosófico es una reflexión filosófica sobre el presente y desde el presente.
Como el presente está presidido por el liberalismo y como el socialismo ha
mostrado a todos su fracaso estrepitoso, está claro que el materialismo se
tiene que reconciliar con el liberalismo si es que alguna vez ha estado reñido
con él. El materialismo filosófico no puede ni debe ser solidario con un
proyecto político erróneo y fracasado. Sólo puede ser solidario con los proyectos
políticos realmente viables y existentes. Por eso el materialismo filosófico es
liberal.
Pero es que además, las libertades
públicas preconizadas por el liberalismo político son importantes para el
materialismo filosófico. Florece mejor en una sociedad capitalista abierta de
mercado libre pletórico de bienes que en una sociedad socialista y sin
libertades públicas. Aunque el materialismo filosófico nació durante el
franquismo, sin embargo, se detectan muchos vínculos genéticos entre el
franquismo y el régimen de 1978. Siempre es más abierta una dictadura
conservadora que una dictadura del proletariado. Si con una ideología
empíricamente real es incompatible el materialismo filosófico es con la
socialdemocracia del PSOE-IU-PCE. Éstos son adversarios y enemigos de la
Filosofía académica y en los últimos años han desembocado en el nihilismo
pasivo absoluto que se expresa en que son la Antiespaña. Su odio,
resentimiento, rencor, rabia, etc., son incompatibles con la filosofía
materialista. Este nihilismo puede ser perfectamente el fermento de un nuevo
fascismo irracionalista en el siglo XXI, al igual que el socialismo, el ala
extrema del socialismo en Francia y luego en Italia fueron a principios del
siglo XX el fermento y origen del fascismo partiendo del odio a la sociedad
burguesa y a la modernidad y al racionalismo ilustrado.
Además, la fundamentación ontológica y
gnoseológica que el materialismo filosófico aporta al liberalismo le hace ser a
éste menos dogmático, más dialéctico, más eficaz a la hora de analizar las
contradicciones reales. El individualismo metodológico queda arrumbado así como
las tentaciones psicologistas o subjetivistas. Entonces el liberalismo queda
rescatado del idealismo y se convierte en una ideología laica, ilustrada,
racionalista y realista. No se niega la necesidad de tener al pueblo contento
con el Estado del Bienestar siempre que haya recursos financieros para afrontar
tales satisfacciones subjetivas del vulgo. No se niega la necesidad de un
Estado fuerte y poderoso para impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas
del capitalismo. Se afirma la necesidad de proteger, garantizar, fomentar,
cuidar el mercado libre pletórico de bienes para impulsar el desenvolvimiento
de la sociedad burguesa. Hay que proteger la propiedad privada sin considerarla
sin embargo un derecho absoluto como tampoco hay derechos absolutos en
absoluto. Nadie niega aquí las disfunciones del mercado, que han de ser
corregidas por tal razón de forma oportuna y todo ello al servicio de la
eutaxia política del Estado.
El materialismo filosófico sobre todo
está a favor del mantenimiento de la unidad de España y de la constitución de
un bloque continental iberoamericano estrechamente conectado con el fomento y
conservación de la lengua española. Pero esta unidad continental con la que
soñó ya Víctor Raúl Haya de la Torre será liberal, conservadora y de orden y no
socialista. Por lo demás, el propio Gustavo Bueno no ha tenido el menor empacho
en declarar que el capitalismo es socialista por su racionalismo ínsito en sus
fuerzas dominantes.
El materialismo filosófico, desde un
punto de vista político e ideológico es incompatible con el socialismo por
inviable y es compatible con el orden capitalista, con la propiedad privada, el
orden y la disciplina porque tales conceptos los exige la realidad objetiva
empíricamente e independientemente de nuestros caprichos subjetivos. Es
incompatible con el pensamiento Alicia, úlima floración del socialismo y por
supuesto es incompatible con el fascismo irracionalista que del socialismo se
deriva y también con el posible fascismo que brotará seguramente del nihilismo
progresista que ha provocado la putrefacción de las izquierdas socialista y
comunista.
Felipe
Giménez Pérez.
Cuál es la respuesta que puede dar el M.F a la realidad denunciada por Andrei Fursov (Historiador) y Mikhail Khazin (economista), de que el propio C. esta en pleno proceso de demolición en parte provocada por sus propias élites y en parte por su inviabilidad debida a la imposibilidad de continuar expansionandose en un mundo finito ?
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