Dedicado
a Zarpax con agradecimiento. Dedicado a Antonio Muñoz Ballesta con ateísmo
impenitente.
D. José María Rodríguez Vega ha
publicado en el número 33 del Catoblepas una ingeniosa y corrosiva crítica al
progresismo, a ese cáncer nihilista que recorre la decrépita Europa como un
espectro fantasmagórico, alucinatorio y psicodélico. En parecidos términos
pienso yo respecto a esa ideología progresista. Por lo demás entiendo que hora
es ya de mojarse ideológica y políticamente y defender la conexión entre
materialismo, racionalismo, filosofía, ateísmo, liberalismo, conservadurismo y
orden capitalista y además con desvergüenza, con parresía. Todavía hay alguno
que cree que existe algo así como la izquierda o las izquierdas y la derecha o
las derechas como dos conceptos diferentes y presuntamente opuestos, cuando la
verdad es que desde que cayó el Muro de Berlín en 1989, 11 de noviembre
concretamente, no tiene sentido hablar de realidades inexistentes. He defendido
a este respecto la nulidad histórica presente de semejante distinción en algún
escrito mío anteriormente publicado en el Catoblepas. Por lo tanto, consecuentemente
con ello defiendo un materialismo liberal, conservador y de orden y niego eso
de la derecha o derechona o cosas por el estilo, como si eso significara a día
de hoy algo con sentido que nos ayudara a definir las cosas o a entenderlas.
Igualmente podría yo defender el comunismo o la socialdemocracia en principio,
pero es que considero tales ideologías profundamente diezmadas históricamente
como para defender la conexión del materialismo con ellas. Sé igualmente que
algunos han defendido la conexión del materialismo y de la filosofía por tanto
con ellas, pero creo que eso es cosa del pasado. Ha llegado pues el momento de
descartarlas en su conexión política con el materialismo político.
D. Antonio Muñoz Ballesta ha
establecido ya la conexión empírica, como no podía ser menos, entre
materialismo filosófico y liberalismo de la Escuela Austríaca, esto es, lo que
él llama liberalismo auténtico. Yo prefiero establecer o mejor dicho constatar
un hecho: la efectiva conexión empírica entre materialismo político, realismo
político y liberalismo, tal vez desde luego no muy auténtico en la versión y en
la forma en que yo lo entiendo como se verá más adelante. ¿Y les parece acaso
insuficiente con que se pueda establecer y definir una conexión
empírico-histórica entre materialismo y liberalismo?
Hace ya 36 años que Gustavo
Bueno publicó “El papel de la Filosofía en el conjunto del saber”. El
materialismo filosófico pues tiene ya casi 4 décadas cumplidas como doctrina
publicada en libro, con existencia pública pues. El materialismo filosófico o
buenismo digo, porque yo defiendo que se le puede denominar buenismo a la
doctrina de Gustavo Bueno, al igual que la doctrina de Platón se llama
platonismo, es un genuino y típico producto del franquismo. Alguna conexión
habrá pues entre franquismo y buenismo, aunque sólo sea empírica. Para un
materialista histórico –y todos somos a estas alturas materialistas históricos,
como somos darwinistas, newtonianos o einsteinianos- no hay casualidades ni contingencias
históricas, sólo por eso debiéramos establecer alguna conexión entre ambas realidades.
En un país católico, que luchó a brazo partido contra los herejes y contra la
secta mahomética y creó la bendita inquisición, martillo de supersticiones y
necedades sin cuento, es lógico que tenía que surgir, brotar una feliz
floración materialista, Gustavo Bueno y su doctrina filosófica, el fruto maduro
de un país católico nacido en 718-722 en Covadonga en duelo a muerte con el
sarraceno. Tengo para mí que en una sociedad española dominada por los empíricamente
y realmente perdedores de la guerra civil de 1936-1939 hubiera sido imposible
la floración del materialismo de Gustavo Bueno, católico, ateo y estoico. Con
gente como la del PCE, el PSOE, la CNT, los republicanos, no hubiera florecido
el materialismo filosófico puesto que para filosofía ya estaba la ideología del
Frente Popular. Con un ministro de Educación como Jesús Hernández, que no tenía
hecho el bachillerato, en fin, hay que temerse lo peor acerca de estas gentes
en el caso de que hubieran vencido. La infame tarea de demoler el bachillerato
por parte de PSOE y sus acólitos nos demuestra a las claras lo que son y lo que
hubiera pasado si el Frente Popular hubiera ganado la guerra civil. La paz
franquista establecida en 1939 está siendo liquidada por un gobierno del Frente
Popular redivivo en 2004. Si este Frente Popular se impusiera definitivamente
en España, ahora, el buenismo desaparecería. Es el materialismo filosófico una
planta que necesita una sociedad capitalista de mercado, liberal, conservadora
y de orden. El progresismo es incompatible con la pervivencia del materialismo
filosófico. El progresismo ahoga la libertad, destruye España y conduce a la
guerra civil. El resentimiento es la esencia del progresismo. El progresismo es
una moral de esclavos y resentidos. Hora es ya de establecer una
incompatibilidad entre ideología progresista y materialismo filosófico. La pena
de muerte sólo puede ser asumida por una ideología realista, materialista,
patriótica.
España atraviesa ahora una
crisis política constitucional y existencial decisiva. Está en peligro la
existencia misma de España. Los secesionistas, los progresistas y Marruecos y
Francia han formado un pacto de acero para destruir España. Así pues, la
Antiespaña está viva hoy de nuevo. El soberano debe adoptar una decisión. Debe
identificar el enemigo y el amigo y debe destruir al enemigo. El logro y
mantenimiento de la eutaxia política de la Nación Española es fundamental y
prioritario y ello por los medios que sean convenientes. ¿Dictadura? Prefiero
la dictadura del sable a la del puñal, porque procede de regiones más serenas y
tranquilas. Lo que importa son los resultados políticos, la prudencia política.
No todo es permisible en un Estado democrático.Hay límites de la tolerancia, al
igual que todos los derechos tienen sus limitaciones. Por lo demás, algunas
ideologías en la España de 2004 son tan dañinas y peligrosas para la existencia
misma de España, que no se pueden integrar en el régimen de 1978 o en ningún
otro régimen democrático que pudiera haber en el futuro en España. Algunas ideologías
ya digo, sólo pueden tener como Congreso de los Diputados el campo de batalla.
Hay que defender la plataforma política nacional, única desde la que se pueden
llevar a cabo nuestros proyectos éticos, morales y políticos, y ¿Por qué no?
Filosóficos también. Esa plataforma política básica se llama en nuestro caso
España.
No se puede permanecer impasible
ante todos los desmanes ideológicos y políticos que se están perpetrando a
diario en España y contra España. Hay que tomar partido hasta mancharse. La
filosofía debe nadar contra corriente y denunciar a los malandrines. La
filosofía es la lucha de clases en la teoría o simplemente la lucha política e
ideológica de forma sistemática y dialéctica. La filosofía es siempre filosofía
del Estado y a favor del Estado. Debe pues defender al Estado, al dios mortal
en palabras de Th. Hobbes. Ese Estado es la libertad concreta. Por eso defender
la Nación Española, a España como Estado es defender la libertad, la propiedad
y el orden.
En cuanto a la relación entre el
materialismo filosófico con las ideologías políticas existentes, algunos han
sostenido la afinidad entre el materialismo y el comunismo o entre el
materialismo y el socialismo o con el progresismo. Considero que tales
asociaciones son erróneas. Apagógicamente ha quedado demostrado el error en el
que han incurrido tales ideologías opuestas al liberalismo. Entiendo que el
materialismo implica una posición conservadora, liberal y de orden porque,
¿Cómo se va a vincular con ideologías erróneas y fracasadas? ¿Cómo va a
vincularse con ideologías antiespaña? Si uno es realista en política –como es
razonable pensar- debe ser liberal, conservador y de orden. El materialismo es
solidario del capitalismo. Bueno afirmó hace años como todos sabemos que era
solidario el materialismo con el socialismo. Ahora ya no cabe afirmar eso. Esa
afirmación ha perdido su vigencia histórica, incluso su vigencia racional. Si
uno es materialista será realista, esto es, entenderá por ejemplo la política
internacional como política de poder entre los diversos Estados que se
encontrarán en el puro estado de naturaleza. Entenderá la política nacional
como mantenimiento de la eutaxia política y al servicio del interés nacional.
Entenderá que el Estado está más allá del bien y del mal y tendrá en cuenta los
arcana imperii, la razón de Estado. Despreciará la utopía y los proyectos
ilusorios e idealistas como abundan en los partidos socialistas,
socialdemócratas y comunistas, eso que se llama progresismo ahora que la
distinción política tradicional, clásica entre izquierda y derecha ha perdido
fuste y consistencia por la ecualización político-ideológica propia de los
Estados democráticos de mercado pletórico.
En 1999 Gustavo Bueno hacía su
contribución filosófica patriótica a España, “España frente a Europa”. El
materialismo filosófico se convertía en materialismo nacional español,
hispánico. Nada más lejos de la doctrina política antiespañola del bloque de
poder progresista y del grupo PRISA. Bueno señaló en tal libro a los enemigos
de España, la Antiespaña. En el interior el gran enemigo es el Frente Popular:
Progresistas, comunistas, socialistas, separatistas. En el exterior, la UE
(Francia y Alemania) el Islam (Marruecos y musulmanes inmigrados) y el
protestantismo. El materialismo al final se hace conservador, liberal y de
orden sencillamente porque el mundo es así. El materialismo buenista es
solidario de España, de la Hispanidad, de la economía de mercado pletórica, de
la democracia realmente existente y de la unidad de España. En este sentido la
obra crítica revisionista de Pío Moa en lo que se refiere a la República, la
Guerra Civil y la rebelión de Asturias en 1934 ha sido crucial para poder
generar un materialismo liberal conservador y de orden. Ya no podemos seguir
fingiendo que no nos hemos enterado y aceptar dogmáticamente la versión
heredada acerca de la República, la rebelión de Asturias y la guerra civil. Si
aceptamos como verdaderas las afirmaciones de Pío Moa, dífícilmente podemos
contemplar con simpatía las ideologías progresistas, secesionistas y
comunistas. Entonces podemos declarar que el materialismo filosófico,
políticamente es:
Liberal porque defiende los
derechos individuales y el Estado democrático además del mercado libre y de la
televisión libre. Aquí entendemos liberal como aquel que defiende el
capitalismo, la propiedad privada, el mercado libre y los derechos individuales
en un Estado democrático y social de derecho. Esto no impide intervenir por
parte del Estado en la economía, en el mercado y en la sociedad con el fin de
lograr la eutaxia y la estabilidad social y política, porque a fin de cuentas
lo que hay que salvar es la eutaxia política del Estado, núcleo mismo de la
acción política.
Conservador porque no hay
alternativa alguna al capitalismo realmente existente y al Imperio realmente
existente, los EE.UU. Hay que rechazar
la utopía por absurda y por imposible. Hay que defender la sociedad burguesa
frente a sus enemigos. Hay que defender a España como Estado católico
hispánico. Aquí no se quiere decir nada de un Estado confesional, sino más bien
de un país católico de toda la vida y que como Estado algún rasgo católico
tendrá que conservar necesariamente. Igualmente, se puede ser católico ateo.
Católico de procedencia y ateo de constitución final. Si uno vive en un país
católico eso no significa que tenga que creer todo lo que afirma la Iglesia
Católica. Se puede perfectamente ser materialista católico, ateo y liberal,
conservador y de orden.
De orden, porque el materialismo
es tranquilo, estoico, no es amigo de algaradas, desórdenes, estupideces y
manifestaciones del vulgo. Hay que conservar el orden social mientras no
aparezcan proyectos políticos racionales y consistentes que pretendan
subvertirlo y ofrecer una alternativa más racional y viable que la realmente
existente en nuestro presente. Esto implica defender la unidad de España. Se
busca la eutaxia política de España y ésta no se puede lograr con ideologías
caducas y antiespañolas.
¿Se imaginan vds acaso a Gustavo
Bueno defendiendo en EL PAIS a la ideología progresista? Sería algo patético,
risible. ¿Podría haber un materialista progresista? Aunque sólo sea descontando
las alternativas más absurdas, creo que la posición aquí defendida es la menos
mala.
El marxismo se ha convertido en
un clásico filosófico, como Aristóteles. Sedujo durante décadas a los sabios
europeos, a las masas europeas y finalmente no sedujo a nadie. Seducido por sí
mismo desapareció de la escena política por su incapacidad política y
económica. Pasó su momento histórico y se extinguió. El mito del proletariado
internacional se esfumó. Todos sus mitos tan útiles para manipular al vulgo se
desvanecieron. Sus propuestas políticas fueron catastróficas. Ahí está el
juicio de la Historia. Como siempre este juicio resulta inexorable. La Historia
no los absolverá ni los ha absuelto. Die Weltgeschichte ist das Weltgericht. El
dictamen, la sentencia ha sido implacable. Se acabó el comunismo. El socialismo
pretendió hacer un hombre nuevo y lo hizo, efectivamente, lo empobreció
económicamente y lo sacrificó implacablemente en aras de las futuras
generaciones. Las masas en los países socialistas votaban con los pies deseando
abandonar los paraísos socialistas en la Tierra. Les movía el individualismo
liberal, la avaricia, el egoísmo, esos defectos tan odiosos para los marxistas
cual nuevos cristianos ateos, que pretendían construir el paraíso en la Tierra.
El marxismo ha sido falsado por la praxis. Está refutado. En una sociedad
capitalista de mercado libre no caben los juegos ni los experimentos con la
economía. Hay que aceptar los hechos, que son muy tercos por cierto. Ha
desaparecido el socialismo. No tiene sentido ya afirmar que la filosofía exige
al socialismo o que el materialismo implica el socialismo. Más bien ocurre que
habría que afirmar que el materialismo implica el capitalismo y la economía de
libre mercado, el liberalismo tal y como aquí lo entendemos ¿Acaso puede
considerarse racionalismo una teoría conspiracionista de la historia? Al final,
eso de las inexorables leyes del destino histórico no sirve para explicar nada.
No podemos considerar como producto de la racionalidad científica o histórica
el generar miseria, hambre y terror. Desengañémonos, la España de hoy procede
del régimen del 18 de julio. La Constitución de 1978 es una emanación del
franquismo, un hijo legítimo nacido de entre las entrañas mismas del Régimen
del 18 de Julio. Despotricar contra el franquismo es pues despotricar contra el
régimen de 1978, claro que según van las cosas hoy por hoy, parece que se
pretende desmantelar el régimen nacido en 1978 a la vez que España misma. No
sería tan malo entonces el franquismo como lo pintan los progresistas puesto
que todo el mundo ha disfrutado de estos 65 años de paz y ha obtenido algún
provecho de tal paz. Lo que ha habido durante tan positivo período de la
historia de España ha sido un constante y formidable desarrollo de las fuerzas
productivas capitalistas, las únicas realmente existentes.
Ecualizadas las izquierdas con
las derechas en las decrépitas democracias europeas occidentales de hoy con un
consenso universal acerca de la necesidad del mantenimiento del Estado social
de bienestar, con un consenso universal acerca de la necesidad del
mantenimiento de la economía de mercado capitalista, hace falta ser consecuente
y adoptar una posición abiertamente favorable frente a estas realidades
patentes. ¿Es esto hegelianismo? Sí, ¿Y qué? El materialismo político es
realismo político. Desde luego no es idealismo político y mucho menos utopismo
político ¿Acaso no es razonable hacerse cargo de los hechos? Hablar de
proyectos políticos quiméricos y utópicos es una estafa política. Es algo
criminal y suicida. Por el momento hay que aceptar la propiedad privada, el
mercado, los derechos individuales, la democracia y el capitalismo. Conviene
mantener y defender esto mientras no haya algo mejor que lo sustituya. En el
caso español, conviene conservar la unidad nacional, conviene ser católico y
ateo. Ser conservador no significa ser teísta, deísta o agnóstico. Cabe
perfectamente ser ateo, católico, materialista, liberal, conservador y de
orden. Vale.
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