El
materialismo filosófico es una filosofía que lleva ya una trayectoria de más de
cinco lustros y tiene la ventaja de que
está escrita y pensada enteramente en español y que su autor está todavía vivo.
En resumen, es una filosofía reciente y muy original, pues repiensa todos los
temas clásicos de la ontología y la gnoseología.
1. La función de la filosofía.
La diferencia entre Ideas y categorías.
La filosofía es un saber de segundo
grado. Esto significa que presupone la existencia previa de otros saberes ya
dados. La filosofía es como la lechuza de Minerva: sólo levanta el vuelo al
atardecer. La filosofía no pretende conocer la realidad. Es esa una tarea
específica de las ciencias. Sin embargo, no por ello es la filosofía un saber
vacuo, huero, adjetivo, muy al contrario, la filosofía es un saber sustantivo.
Su objeto lo constituyen las Ideas. La Idea es antes una categoría que desborda
su ámbito de aplicación y cobra un significado trascendental, trasciende y
rebasa su ámbito categorial inicial. Las Ideas desbordan los ámbitos
científicos, categoriales y los recorren y atraviesan como hilos de una
urdimbre. El tema de la filosofía es la relación entre las Ideas y categorías.
La categoría es un concepto científico, que define el ámbito de esa ciencia y
su campo de objetos.
Precisamente uno de los postulados o
presupuestos teóricos del materialismo filosófico es la afirmación de la
conexión objetiva de las ideas por encima e independientemente de la voluntad y
de la conciencia de los filósofos. Hay un orden eidético sistemático,
arquitectónico de las ideas. Este orden no equivale a un cosmos, a una armonía
aproblemática, monista. Monismo equivale a la postulación de un orden de la
realidad omnicomprensivo, a la hipostatización de la idea de orden, de unidad.
El monismo, como ya vio Platón en el Sofista 251-253, es dogmático y paraliza
el discurso racional. Si todo está unido con todo, no podemos conocer nada.
Nada se puede decir. Tampoco el extremo contrario, el nihilismo o atomismo es
deseable. Tal tesis afirma que todo está separado de todo. También esta vía es
intransitable para la filosofía. Platón nos dice que lo correcto es sostener la
symploké de los géneros de la realidad. La realidad está en symploké: ni todo
está unido con todo ni todo está separado de todo, sino como están entre sí las
letras de un idioma, hay conexiones y desconexiones. La función de la filosofía
es explorar la symploké de las ideas. La razón filosófica es una razón que se
mueve entre dos aguas: entre el monismo y el nihilismo. En este sentido, Bueno
obra como Kant: ni dogmatismo ni escepticismo.
Otro postulado de Bueno es la
identificación entre filosofía y materialismo. La razón filosófica es solidaria
del materialismo. Toda filosofía es materialista. Todo lo que la filosofía
académica clásica tiene de recuperable y asumible es materialismo. Conviene
realizar una enérgica reinterpretación de la historia de la filosofía desde la
perspectiva del materialismo filosófico.
La filosofía es un saber crítico,
racional. También las ciencias son racionales y críticas, pero su racionalidad
crítica desfallece a la hora de pensar sus propios fundamentos y su
significado. En cuestiones trascendentales, muchos científicos caen en el
misticismo cuando no en una "filosofía espontánea de los científicos"
que casi siempre suele ser el positivismo. La filosofía es necesaria como saber
de segundo grado para, como decía Platón, remontarse a las hipótesis y
superarlas hacia un saber anhipotético, las Ideas trascendentales que
atraviesan los diversos campos categoriales enlazándolos entre sí. El problema
de la verdad no es un problema científico, categorial, sino filosófico,
trascendental.
La filosofía es una praxis que
reflexiona sobre las prácticas humanas y tiene una doble dimensión teórica y
práctica que son inseparables e ineludibles.
Siendo el objeto de la filosofía las
Ideas y su relación con las categorías, la filosofía se configura como
"taller de las Ideas" y se presupone una conexión estructural,
symplokéctica de tales Ideas y por lo tanto, la posibilidad de construir una
geometría de las Ideas mediante el doble y circular movimiento de regressus de
los fenómenos hacia las Ideas y progressus de las Ideas a las configuraciones
fenoménicas, categoriales. El materialismo comenzó siendo monista y el
materialismo pluralista apareció con Espinosa y ha logrado su máximo desarrollo
teórico con el materialismo filosófico de Gustavo Bueno.
2. La ontología general.
El principal
"descubrimiento" de Bueno, si es que mediante tal término ha de ser
designado es tal vez la distinción y delimitación, en el seno mismo de la
ontología, entre ontología general y ontología especial. Gustavo Bueno lo que
hace en tal respecto no es sino retomar una vieja distinción escolástica, en
concreto, de la filosofía de Christian Wolff (1679-1754) quien distinguía entre
Metaphysica generalis y Metaphysica specialis, comprendiendo la primera el ser
en general y la segunda la psychologia rationalis, la cosmologia rationalis y
la theologia rationalis. Tal esquema metafísico fue triturado por la crítica
kantiana de la metafísica que realizó en la Dialéctica Trascendental de la
razón pura en su obra "Crítica de la Razón Pura".
La distribución trimembre de la
ontología especial tiene una importante función de superación del dualismo
hegeliano y marxista entre espíritu y naturaleza.
La ontología especial se ocupa de la
materia ontológico-general (M). Bueno rehúye de formular un sistema de
filosofía dogmático y metafísico al margen de la ciencia. En tal caso, el
concepto de materia ontológico-general no podrá ser un concepto genérico
abstracto que se distribuiría homogénea y uniformemente en sus géneros
subalternos. La función de (M) es esencialmente crítica. La materia ontológico
general es un concepto negativo, regresivo al que arriba la razón crítica
filosófica trascendental. Ejerce una función crítica, reguladora, prohibiéndonos
caer en la metafísica. En cuanto concepto positivo, la materia es pluralidad
radical de partes extra partes y progresa hacia los tres géneros de
materialidad (M1, M2, M3) constituyentes empírico-trascendentales del Mundo
(Mi) ámbito de la ontología especial. La materia ontológico-general se obtiene
regresivamente por análisis recurrente de las configuraciones fenoménicas
mundanas, las cuales suministran el material del que se nutre la crítica
filosófica.
Además, la materia
ontológico-general (M) no es nada diferente del proceso
histórico-crítico-filosófico de constitución de la conciencia filosófica, que
surge del mundo y de la inconmensurabilidad dialéctica de sus partes
integrantes. La conciencia filosófica o Ego trascendental (E) no es nada diferente
de la materia (M).
Se podría decir, comparándolo con
Hegel, que E, la conciencia es la materia en cuanto sujeto de sí misma. M sería
el objeto. Es el movimiento de la materia haciéndose simultáneamente objeto y
sujeto de sí misma. La materia es sujeto y objeto, pero tales no son sino uno y
lo mismo. La materia es a la vez conciencia filosófica, el movimiento histórico
y las condiciones materiales que hacen posible el filosofar sobre la materia y
el objeto mismo de ese análisis regresivo, esto es, la materia en cuanto objeto
del filosofar de la conciencia filosófica.
La materia no equivale al mundo. El
mundo está incluido en la materia ontológico-general pero no ocurre a la
inversa. La materia ontológico-general no está incluida en el mundo, lo rebasa
negativo-críticamente. La idea de materia desempeña el mismo papel que en Kant
desempeñaba el noúmeno. Es una idea reguladora crítica que nos impide caer en
el monismo, la contrafigura del materialismo. El materialismo se opone al
monismo. El monismo no es otra cosa que la hipostatización de la idea de
unidad, la cual es solidaria de la unidad del alma o espíritu. El monismo o
cosmismo, la afirmación del orden, del cosmos, de la finitud del mundo y de su
equivalencia al ser es solidario de la idea de espíritu. El monismo es
espiritualismo e idealismo. El idealismo es dogmático, el materialismo es
crítico. El materialismo es filosófico, el idealismo es metafísico. El
espiritualismo no es otra cosa que la hipostatización del estado gaseoso de los
cuerpos. También se opone el materialismo filosófico al materialismo vulgar
corporeísta o naturalismo. También este materialismo es metafísico y no es otra
cosa que la reducción de lo real al estado sólido de los cuerpos.
La función de la ontología general
materialista es esencialmente crítica, regulativa, impidiendo la recaída en el
idealismo y en el nihilismo. La filosofía nada entre dos aguas: el nihilismo o
escepticismo y la metafísica o idealismo.
El concepto de materia es negativo:
negación del mundo, regressus crítico-negativo, idea regulativa, noúmeno,
concepto límite. Y es positivo: radical pluralidad infinita de partes extra
partes y codeterminación.
3.
La ontología especial materialista.
La ontología especial materialista
trata del mundo. Es ésta una ontología trimembre. El Mundo (Mi) consta de tres
Géneros de Materialidad. Esquemáticamente podemos analizar los tres géneros de
materialidad de la siguiente manera:
M1. Primer género
de Materialidad. Abarca los cuerpos exteriores. Son los objetos físicos. Se divide
en dos: la experiencia actual y la virtual o posible.
M2. Segundo Género
de Materialidad. Abarca los objetos de la experiencia interna, del fuero
interno, tanto del individuo como de la colectividad: fenómenos psíquicos,
dolores, pensamientos subjetivos, sensaciones cenestésicas. Son objetos
internos. Es la dimensión interna de la ontología.
M3. Tercer Género
de Materialidad. Son los objetos ideales. No son ni internos ni externos. Son
atópicos y acrónicos. Son los pensamientos objetivos, contenidos eidéticos o
Ideas.
La symploké define las relaciones
entre los géneros de materialidad de la ontología especial. Significa ello que
hay semejanzas y desemejanzas, conexiones y desconexiones, paralelismos e
inconmensurabilidades entre los géneros de materialidad. Los géneros de
materialidad son inconmensurables entre sí y son reductibles entre sí. Diríamos
utilizando terminología de Frege, que tienen distintos sentidos e idéntica
referencia. No son sustancias que sean diferentes y estén separadas o colocadas
unas junto a otras como realidades diferentes. Son dimensiones del mundo. La
relación entre la materia y sus géneros es idéntica a la relación en Spinoza
entre la Substancia y sus atributos. Toda la substancia es extensión. Toda la
substancia es pensamiento. Ningún pensamiento limita con ningún cuerpo. Lo
mismo ocurre en Bueno con los géneros de materialidad.
Las relaciones entre la materia
ontológico-general y los tres géneros de materialidad son complejas,
dialécticas y circulares, pues M no consiste en la suma de los géneros de
materialidad de Mi por medio de su trituración y autodestrucción efectivas. Así
pues, en tanto que producto del regressus desde “lo que hay”, la Idea de
Materia es una idea límite, crítica, negativa (la negación de que la Materia se
agote en cualquier determinación positiva), de la que sólo tenemos un
conocimiento negativo (que no es lo mismo que la negación de todo
conocimiento). Porque la negación dialéctica brota en la relación de la materia
cósmica consigo misma, cuando esa suerte de relación reflexiva y autocontextual
alcanza ella misma la forma de una contradicción. Este proceso que nos recuerda
al neoplatonismo, implica la existencia o presencia de una conciencia o Ego
Trascendental (E), por cuya mediación la materia se piensa y se autoanaliza
autocontextualmente. Se produce el regressus desde los fenómenos a las Ideas y
el progressus desde las Ideas a los fenómenos, hacia la symploké de los
diferentes géneros de materialidad. La instancia E juega un papel esencial en
el materialismo filosófico y en su ontología pues supone un límite
infranqueable, “trascendental”, que la crítica regresiva no puede rebasar, so
pena de nihilismo o escepticismo. Pero además, hay un privilegio que tiene la
corporeidad humana de E, a cuya escala se ajusta el mundo, consecuente con el
materialismo, hasta el extremo de llegar a convertirla en punto de articulación
entre los distintos géneros de materialidad.
4. La gnoseología del cierre
categorial como ontología especial.
Gustavo Bueno elabora la teoría del
cierre categorial a principios de los setenta. Es esta una teoría de la ciencia
materialista, operacionalista, constructivista y circularista. La teoría del
cierre categorial se presenta simultáneamente como una teoría de teorías de la
ciencia y como una teoría de la ciencia. Es una teoría gnoseológica, quiero
decir con ello que es una teoría que sustituye la relación sujeto-objeto, que
es epistemológica, por una relación materia-forma. La gnoseología mueve sus
consideraciones en las coordenadas delimitadas por los conceptos conjugados de
materia y forma.
4.1. La teoría del cierre
categorial como teoría de teorías.
Inicialmente se configura como una
teoría de teorías. Se trata simplemente de encuadrar a las alternativas
teóricas en el propio sistema de alternativas o en las propias coordenadas
teóricas. La potencia de una teoría de la ciencia se mide en la potencia de su
análisis gnoseológico y en la capacidad de reducción de sus alternativas o
rivales en un sistema completo y definido por las propias coordenadas teóricas.
Eso es precisamente lo que trata de hacer la teoría del cierre categorial en
cuanto teoría de teorías.
La forma canónica del problema
gnoseológico de la teoríap clásica o método hipotético-deductivo es la relación
entre la teoría y la experiencia. Desempeñando la teoría el papel de forma y la
experiencia el papel de materia. Así las cosas, caben cuatro familias
gnoseológicas básicas de teorías de la ciencia según la relación conjugada que
mantengan estos dos conceptos: materia y forma entre sí. Son: descripcionismo,
teoricismo, adecuacionismo y circularismo.
A) Descripcionismo. Reducción de la
forma a la materia. La ciencia se considera como descripción de la experiencia.
La teoría prácticamente no existe. Es colección de datos. Es el positivismo y
el neopositivismo.
B) Teoricismo. Reducción de la
materia a la forma. La ciencia es teoría que no necesita ser confirmada o
verificada en la experiencia. Es el falsacionismo de Popper: el contacto de la
teoría con la experiencia es negativo. Sólo se produce por el modus tollendo
tollens. La experiencia no confirma nada. Con Lakatos, ni siquiera existe
contacto negativo con la experiencia. Los hechos no pueden conseguir prohibir
ningùn estado de cosas. Las teorías son indecidibles entre sí fundándose en la
experiencia. Nada decide la experiencia con respecto a la validez de un
programa de investigación científica. Th. Kuhn: Los científicos que sostienen
diversos paradigmas viven en mundos diferentes. Los paradigmas son
inconmensurables.
C) Adecuacionismo. Ambas, teoría y
experiencia marchan en paralelo. Sosteniéndose un isomorfismo entre ambas y una
relación de adecuación entre la teoría y la experiencia. Se sostiene una teoría
de la verdad como correspondencia. Aristóteles ya inició esta tendencia. Otros
ejemplos actuales son Mario Bunge, Stegmüller, Sneed, Ulises Moulines, etc.
D) Circularismo. Se pasa
alternativamente de la teoría a la experiencia y a la inversa. La teoría se
relaciona consigo misma a través de la experiencia y a la inversa. La relación
entre teoría y experiencia es diamérica. Hay una mediación mutua entre ambas.
Un ejemplo es el circularismo de P.K. Feyerabend (1924-1994). El circularismo
de Feyerabend lleva al escepticismo y al nihilismo.
La pregunta clave en este respecto
es si es posible un circularismo dialéctico constructivista que supere la
aporía o razonamiento apagógico de Aristóteles criticando a la posibilidad
misma del circularismo. Aristóteles mismo recorrió la senda circularista pero
la rechazó. "Diríamos por tanto, que Aristóteles conoció el camino
circularista, pero lo conoció como inviable en virtud de sus presupuestos
adecuacionistas"Tiene que haber principios puesto que hay demostraciones.
Con tal afirmación se rompe la posibilidad del circularismo. La respuesta de
Bueno es afirmar la conexión diamérica de teoría y experiencia en los
materiales mismos de la experiencia estética, tecnológica, constructiva y
operativa. La racionalidad científica se halla en el momento constructivo,
operacional con los cuerpos materiales, estéticos.
4.2. La teoría del cierre
categorial como análisis gnoseológico de la ciencia.
Esta teoría afirma que la ciencia es
un campo cerrado definido por una categoría o concepto que define su campo o
ámbito de operaciones constructivas. Tales operaciones cierran categorialmente
el campo y lo convierten en un sistema cerrado en el cual los términos a que
dan lugar las operaciones permanecen enclasados en la categoría de referencia.
Se trata de considerar a la materia
como interna al proceso mismo de la construcción científica (que ya no podrá
ser visto como un proceso meramente proposicional). De esta manera el
circularismo dejará de ser un círculo vicioso por la incorporación de la
materia a la forma de forma que la racionalidad científica resida en la
concatenación material de los contenidos estéticos mismos. La necesidad viene
dada en la misma recurrencia. Si la concepción del adecuacionismo aristotélico
quedaba bien representada por la imagen del discurso, la concepción circularista
de la ciencia viene representada por la imagen de un torbellino, del vórtice
que se forma en un mar a partir de sus mismas moléculas y cuya forma se
configura en virtud del mismo movimiento del remolino. Abundando en estas
imágenes: cada remolino (cada unidad científica) aparecerá en puntos distintos
del mar representativo de los fenómenos. Algunos vórtices se mantendrán en
mutuo aislamiento, otros intersectarán, dando lugar a un torbellino más amplio.
En nigún caso tiene sentido aquí hablar de una ciencia única, unitaria.
Las ciencias proceden de las
tecnologías. Las ciencias no son un conjunto de proposiciones. El circularismo
induce una toma de partido ontológico a favor del materialismo. La necesidad de
las conexiones que postula es objetiva, pero no puede mantenerse más allá o
independientemente de los fenómenos, cuya existencia se nos muestra como
contingente.
El saber científico es un saber
categorial. La ciencia procede por análisis, reducción y trituraciòn de un
determinado sector, campo o categoría de la realidad. Las ciencias son
sectoriales.
Dentro de cada categoría cada
ciencia llega a discriminar ciertos elementos, términos o configuraciones que
se hallan a la escala adecuada y cuyo contenido o materialidad está
suficientemente establecido pro experiencias técnicas anteriores que han
roturado ese campo. Estos términos reciben una estructuración lógica mediante
una combinatoria exhaustiva que destaca las relaciones que existen entre ellos,
reconstruyendo así, o sintetizando la realidad que sirvió de punto de partida,
e incluso sometiéndola a una transformación sistemática mediante las
operaciones pertinentes de una comunidad de sujetos que, institucional y
profesionalmente se dedican al cultivo de dicho campo. Pero, aunque realizadas
por sujetos, esas operaciones constituyen un sistema cerrado, cuya
característica fundamental es producir nuevos términos que permanecen
enclaustrados en la categoría de referencia.
Términos, relaciones y
operaciones constituyen la sintaxis interna de toda ciencia, una sintaxis que puede
aislarse formalmente, pero que no agota cabalmente el proceso de construcción
científica. La exigencia de una sintaxis interna excluye ya ciertas
representaciones empiristas que reducen la ciencia a una colección de datos
verdaderos.
Toda ciencia, además requiere
referentes materiales fisicalistas específicos, categoriales (semántica).
La dimensión pragmática de la
ciencia es la ciencia como actividad social, institucional, organizativa.
Las ciencias operan con categorías.
El cierre categorial denota el momento histórico en que se constituye
completamente una teoría científica al cerrarse el sistema de categorías que
utiliza, cierre que expresa también el sistema de operaciones que, en cuanto
actividad humana, han dado origen a la ciencia en cuestión.
Esta concepción gnoseológica hace
residir la racionalidad (la justificación) en el contexto mismo práctico y
material del descubrimiento al entender la racionalidad como la organización
que cobran los materiales mismos estéticos de la experiencia operatoria, parte
de los cuales materiales precisamente serían ahora estos materiales, no menos
estéticos y no menos susceptibles de ser operados corpóreamente, que son los
símbolos del lenguaje. (materiales estéticos: corpóreos, perceptuales).
Para esta teoría circularista,
materialista, operacionalista y constructivista, la materia es algo que está
presente en el interior mismo del proceso formal constructivo (la forma lógica
es la interconexión de las partes materiales. Teoría formalista materialista.
La lógica y la matemática no son la forma de las ciencias, el órganon. Son
ellas mismas ciencias particulares al lado de las demás. Ellas tienen materia y
forma también.) La teoría del cierre categorial hace depender la forma de una
ciencia y su verdad de los nexos (o identidades sintéticas) que resultan del
entrelazamiento interno de las partes u objetos materiales producidos por la
actividad humana.
Para Bueno, las ciencias no se
separan de las técnicas radicalmente. Surgen de su desarrollo y de la necesidad
que van imponiendo éstas de delimitar campos. Los campos y no unos supuestos
objetos, definirían a las ciencias, las cuales, a su vez, no vendrían
constituidas por todos unitarios, sino que se conformarían mediante la
agrupación más o menos circunstancial, de teorías diversas.
Cada ciencia particular acota un
campo de objetos materiales, dados fisicalistamente a escala tecnológica. La
actividad del científico no consiste sólo en la composición de teorías, sino
también en la manipulación de hechos y realidades, pues no es posible construir
teorías al margen de la producción de realidades materiales. Así los
condicionamientos genéticos están materialmente implicados en el propio
concepto de ciencia de modo interno.
Las ciencias establecen relaciones
entre los términos de su campo y efectúan operaciones, que reconducen
internamente de forma necesaria y no gratuita, a otros términos del mismo, en
virtud de la naturaleza material misma de cada campo, que impone restricciones
a la multiplicidad de términos y combinaciones posibles. Así pues, la unidad de
una ciencia es la unidad que va estableciéndose en el mismo proceso operatorio,
cuando el sistema de operaciones es cerrado...El cierre categorial viene
referido al sistema de operaciones, no a cada operación por separado.
Hay una realimentación constante
entre la gnoseología general y la gnoseología especial. La definición de la
idea gnoseológica de ciencia debe hacerse partiendo del análisis de las
ciencias particulares tal como han quedado cristalizadas en instituciones
culturales, procediendo de unas a otras por recurrencia.
La gnoseología general se divide en
analítica y sintética. La primera toma como hilo conductor al lenguaje, en
tanto que representa, pero no agota la estructura lógica y objetiva de las
ciencias. Distinguimos tres ejes lingüísticos, sobre los que se distribuyen las
partes formales de las diversas ciencias, de acuerdo con las siguientes
subdivisiones que son: sintaxis, semántica y pragmática.
El eje sintáctico queda distribuido
en tres secciones: términos, relaciones y operaciones. El eje semántico se
divide en tres secciones: fisicalista, fenomenológica y ontológica. El eje
pragmático en la sección autológica, dialógica y normativa.
La gnoseología sintética recurre a
las ciencias formales como metro o patrón aplicable por recurrencia a otras
ciencias. Se niega el formalismo porque el privilegio de la forma no se debe a
ningún significado oculto o platónico, sino a la sencillez tipográfica de los
signos que constituyen la materia de tales ciencias. El acoplamiento entre
descripción y teoría es en estas ciencias más interno que en ninguna otra. En
rigor, no vale la distinción entre ciencias formales (supuestamente
tautológicas) y empíricas (de hechos), porque toda ciencia es material.
Los contextos determinantes y
determinados juegan un papel decisivo, tanto para la demarcación de la ciencia
respecto a otros procesos operatorios constructivos no científicos (artísticos,
tecnológicos) como, sobre todo, ppara la determinación de los principios de las
ciencias como métodos internos de su cierre categorial.
El contexto determinado define un
campo operatorio abstracto cuya estructura analítica filtra o segrega aquellos
términos, relaciones y operaciones con las cuales resulta posible reconstruir
esencialmente las figuras características de partida. Toda ciencia se nos
presenta como campos empíricos organizados sintéticamente en formaciones y
figuras características. Esto es el contexto determinante. El contexto
determinado es el que resulta del análisis regresivo de esas figuras sintéticas
en sus constituyentes.
El quid diferencial reside en que
cuando se toma la estructura analítica del contexto determinado como punto de
arranque, convirtiéndolo así en determinante, la cosa no funciona y las figuras
básicas aparecen como gratuitas, porque a partir del campo abstracto en que
necesariamente se resuelven no se llega a reconstruirlas sin ciertas claves que
reconduzcan la construcción. Las claves son estrictamente gnoseológicas, a
saber: los principios de identidad que están presentes objetivamente en las
figuras sintéticas de partida.
¿Cómo distinguir las ciencias
naturales de las culturales? Mediante la oposición entre cierres flotantes y
cierres fijos. Pero la diferencia entre ambos grupos de disciplinas se dibuja
mejor en términos de las metodologías respectivas que en la práctica se llevan
a cabo dentro de cada grupo. El criterio epistemológico que distingue las
ciencias de la naturaleza de las ciencias de la cultura es correcto, porque en
las primeras las operaciones del sujeto gnoseológico deben ser eliminadas,
mientras que en las segundas, tal eliminación resulta a la postre meramente intencional. Las ciencias
culturales se caracterizan por lo que llamamos el dialelo antropológico. Con
todo, el criterio gnoseológico de más fina textura viene dado por el hecho de
que en todas las ciencias humanas aparecen dos tipos de metodologías que tratan
de reducirse una a la otra, pero nunca lo consiguen. Y ello porque su campo se
alimenta en gran parte de esa distinción entre metodologías Alfa-operatorias y
Beta-operatorias.
Las metodologías Beta-operatorias
son todos aquellos procedimientos por medio de los cuales se elabora
científicamente un campo a la misma escala de los componentes formales del
sujeto gnoseológico que los utiliza y metodologías Alfa-operatorias son
aquellas en las que las operaciones y demás componentes del sujeto gnoseológico
han desaparecido factorizados en componentes objetivos. Las ciencias naturales
usan casi exclusivamente metodologías Alfa-operatorias, mientras que las
llamadas ciencias culturales están siempre fracturadas internamente entre los
partidarios de una u otra metodología.
5. La teoría de la verdad como identidad sintética.
La Gnoseología es ontología. Hay una
symploké entre ontología y gnoseología. Lo que podamos conocer dependerá de de
cómo sea el ser, la materia. La gnoseología es la continuación de la ontología
por otros medios, al igual que la ontología es la continuación de la
gnoseología por otros medios.
La reflexividad es la base de la
identidad. El núcleo de la idea de identidad es la reflexividad.
Además, no hay identidades exentas,
analíticas o reflexividades simples.
Para Gustavo Bueno no hay identidad analítica. No hay juicios
analíticos. El juicio sintético es el originario. La analiticidad es un
concepto límite que parte de lo sintético. No hay así identidad analítica. Así
pues el juicio es siempre sintético.
Distingue Bueno entre identidades
sustanciales e identidades esenciales. La identidad esencial se aproxima a la
igualdad usada por los matemáticos. La identidad sustancial es la identidad del
individuo consigo mismo. La esencial es entre dos términos.
Bueno niega, lo hemos dicho ya, la
identidad analítica. A esto se añade la puesta en tela de juicio de la
reflexividad. Esto significa que la identidad no es la reflexividad absoluta.
La reflexividad es un caso límite fruto de un tratamiento dialéctico
construido. Si la reflexividad conduce a la identidad analítica, entonces la
identidad analítica también es sintética. Desde un punto de vista genético, la
identidad analítica es el resultado de operaciones de síntesis o paso al
límite. La identidad analítica es la relación simple de un término consigo
mismo.
Este límite se obtiene por metábasis
de una idea. Hay dos tipos de metábasis o de paso al límite: las metábasis
segregantes y las metábasis reverberantes.
Respecto a la identidad sintética,
tal límite de la relación reflexiva, autoidéntica de un término consigo mismo
puede ser utilizado reversivamente sobre la idea de identidad.
La identidad sintética envuelve
siempre a la identidad sustancial. Por lo tanto, no está desligada de la
identidad analítica, puesto que es su límite revertido a través de la
sustancialidad. Esto significa que no se puede hablar de identidades analíticas
ni de reflexividad absoluta.
A este respecto, Bueno distingue
entre igualdades fuertes que tienen reflexividad e igualdades débiles, que no
tienen reflexividad.
Si toda identidad es sintética, es
menester entonces prescindir de la reflexividad para definir la identidad. Toda
identidad sintética contiene una identidad sustancial. En todo caso tal
identidad no es ni simple ni inmediata. La identidad esencial remite a la
igualdad. La identidad es algo externo al sujeto. Es una propiedad de
relaciones.
Además hay igualdades externas e
internas. Las internas derivan de la estructura inmanente del sujeto que las
soporta. La igualdad externa es aleatoria y contingente o accidental.
La identidad sintética es identidad
entre las partes de la sustancia. La identidad sintética es una relación
trascendental, incluye la identidad sustancial y no excluye a la identidad
esencial. Es que ocurre que la identidad sustancial no excluye a la esencial.
Pues bien, la verdad es una
identidad sintética y hay que entender que cuando hablamos de verdad es de la
verdad científica. La ciencia tiene verdad porque es objetiva. Los resultados
de las operaciones del sujeto gnoseológico han de tener objetividad.
La ciencia es una construcción
material operatoria y la verdad es un predicado de tal construcción. Por ello
la verdad será algo inmanente a la ciencia, a tal construcción operatoria. La
verdad es una relación de identidad entre términos dados en la construcción
científica. La idea de verdad es identidad sintética.
La verdad es una identidad
sintética, pero no toda identidad sintética es la verdad. La verdad es una
identidad sintética que liga a términos distintos entre sí pero vinculados
necesariamente por medio de lo que Bueno llama “sinexión”. La verdad es
identidad sintética, una relación entre términos.
Existen diversos tipos de
identidades sintéticas. Bueno distingue entre identidades sintéticas
esquemáticas o esquemas de identidad e identidades sintéticas sistemáticas.
Bueno asocia la verdad científica a
las identidades sustanciales. La verdad corresponde a un tipo de identidades
enclasadas en el conjunto de las identidades sistemáticas.
La identidad sintética implica
operaciones que la han constituido. “Verum est factum”. La síntesis implica
composición. La identidad analítica no existe, así como tampoco la reflexividad
simple. La diferencia es originaria, no la ientidad.
La verdad es una propiedad
ontológica, una relación entre realidades ya sean estas dadas ya sean éstas
construidas.
En Bueno hay una distinción entre
identidades sintéticas esenciales e identidades sintéticas sustanciales dentro
de la clase de las identidades sintéticas sistemáticas.
Las identidades sintéticas
sistemáticas podrían ser caracterizadas por estar precedidas por la
construcción previa de un contexto determinante. Ocurre que tales relaciones de
identidad sintética no brotan directa y espontáneamente entre los términos y se
vinculan directamente por sinexión, sino a través de ciertas configuraciones
características de estos términos que se llaman contextos determinantes.
Son estas configuraciones
trascendentales a los propios términos que las soportan y son constitutivas de
tales mismos términos. Por ello están insertas en el sistema constituido por
los términos trabados por ellas. Son inmanentes a los términos que las
soportan.
La verdad aparece en el contexto
determinante como sinexión entre algunas de sus partes cuando esa sinexión
tiene lugar por la mediación de la identidad así como recíprocamente.
La identidad sintética sistemática
al ser una identidad sintética se establece entre términos diversos. La
identidad lo que hace es vincularlos por sinexión.
En cuanto identidades o bien se
resuelven en la propia identidad sustancial que está determinada por la
confluencia de identidades esenciales constitutivas del contexto sistemático o
bien se resuelven en la identidad esencial determinada por la mediación de la
identidad sustancial que se dé en el contexto sinalógico sistemático. Los
términos sustancialmente identificados quedan por tal identidad vinculados
sinectivamente.
Por ello las verdades formales son
unos casos particulares de la verdad material en un tipo de materia muy
determinado.
Los contextos determinantes son los
núcleos de cristalización de los cierres categoriales. Aparecen estos núcleos
en los campos categoriales. Un campo categorial es constituido por los
contextos determinantes.
Un teorema es la formalización
proposicional de la derivación de una identidad sintética a partir del sistema
complejo en el que consiste el contexto determinante. La confluencia de varios
cursos operatorios crea la identidad sintética en la que consiste la verdad.
Entonces la verdad científica es la
identidad sintética sistemática. Esta verdad no es unívoca, sino que admite
grados o franjas de verdad. Es una relación pero no exenta. Está inserta en un
complejo sistema de términos, relaciones y operaciones dados fenoménicamente,
de forma fisicalista y de forma esencial-sustancial. Por ello cabe hablar de
franjas de verdad o franjas de identidad.
Toda identidad es identidad frente a
otras conexiones alternativas que antes de la construcción parecen posibles.
Estas alternativas son el error y sólo pueden ser eliminadas tras la
construcción. Las verdades científicas tienen diversos grados de profundidad.
La verdad se predica de varias
maneras. No es unívoca, sino análoga. La ciencia desemboca así en filosofía
porque la verdad, un tópico típicamente filosófico, es lo que constituye las
ciencias como tales.
La verdad comienza por ser
fenomenológica, fenoménica. El idealismo subjetivo se podría reexponer como la concepción según la cual el lugar de la
verdad se halla en el sujeto. El objetivismo como realismo materialista
afirmará que la Naturaleza es el lugar de la verdad.
La teoría del cierre categorial da
una respuesta más precisa a la pregunta antes formulada por el lugar de la
verdad. Si la verdad es identidad sintética, el lugar de la verdad es la franja
fenomenológica, puesto que la identidad sintética lo es por las operaciones
fisicalistas. La cuestión por el lugar de la verdad tiene sentido. La verdad
está en el campo gnoseológico o contexto determinante o armadura. La verdad
compromete a la armadura, no al sujeto o al mundo. La cuestión, que es la misma
que se hizo Husserl, es la siguiente: si las operaciones son subjetivas,
psicológicas, ¿Cómo es posible que de tales operaciones nazca la objetividad,
la verdad como identidad sintética?.
6. La teoría materialista de
las categorías.
La gnoseología del cierre categorial
debe asumir desde un principio un fuerte compromiso ontológico desde la
perspectiva del materialismo filosófico. Conceptos tales como “Verdad”,
“Identidad”, “Causalidad”, “Necesidad”, implican una ontología. Entonces la gnoseología
es la prosecución de la preocupación ontológica desde la perspectiva de la
filosofía de la ciencia. La ciencia configura y describe las regiones
ontológicas especiales.
Una categoría es un concepto
científico que delimita el campo particular que rotura cada ciencia particular.
Cada ciencia está delimitada así por una categoría. Si la categoría es
independiente e irreductible a las demás, ello significa que cada ciencia es
irreductible a las demás ciencias.
El materialismo filosófico realiza
una deducción empírico-trascendental de las categorías. Por un lado, las
categorías derivan de las ciencias realmente existentes y por otro lado, las
categorías son algo necesario. Hay tantas categorías como ciencias. Es una
deducción a posteriori, no a priori, pero el número de categorías existentes es
algo no caprichoso ni arbitrario. Las categorías brotan del faktum de las
ciencias.
La teoría de las categorías de
Gustavo Bueno tiene tres características:
1.
Es
una doctrina filosófica.
2.
No
es una doctrina exenta y autónoma e independiente de otras consideraciones
filosóficas.
3.
No
hay una teoría de las categorías que pueda servir a las investigaciones
ontológicas posteriores.
La
doctrina de las categorías es una doctrina que afecta a la ontología y a la
gnoseología. Aquí se reproduce el enfrentamiento entre idealismo y realismo. Se
trata del problema en torno a la verdad y a la realidad.
Las categorías son totalidades que
tienen que ver con clases, con géneros. Las categorías entonces tienen que ver
con la Idea de totalidad, de Todo. Esto nos remite a la teoría holótica de los
todos y de las partes. La teoría de los todos y de las partes es una teoría
genuinamente filosófica y la ciencia no puede tratarla convenientemente. Las
ideas de todo y parte no son categorías. Hay que analizar las ideas de todo y
parte desde los ejes del espacio gnoseológico. Bueno se centra en el eje
sintáctico constituido por tres sectores: términos, relaciones y operaciones.
Los términos de una teoría holótica
son todo y partes. El todo puede definirse por la unidad, pero hay que ir más
allá de eso. La unidad separa además de unir. El todo no sólo es complejo en su
multiplicidad, sino en su unidad. La generalidad de definir el todo por la
unidad es aparente, puesto que la unidad no es una, sino doble: se divide en
dos inmediatamente: en la unidad isológica y en la unidad sinalógica.
Así pues hay dos tipos de
totalidades: las totalidades distributivas y las totalidades atributivas. Y
siguiendo esta distinción, distingue Bueno entre inclusión atributiva e
inclusión distributiva.
Desde las operaciones, se distingue
entre la totatio y la partitio. La totatio es una operación sintética y la
partitio es una operación analítica. No hay operaciones generales con respecto
a los todos y las partes.
Respecto a las relaciones, no hay
relaciones generales entre todos y partes.
Por lo tanto no es viable una teoría
holótica general que pueda ser incluida en una doctrina de las categorías.
Entonces
la teoría holótica será forzosamente parcial y versará sobre las intersecciones
existentes entre las categorías científicas y las ideas holóticas.
Hay
tres postulados que sirven para establecer las coordenadas que definen la
posición teórica en lo que a la doctrina de las partes y de los todos se
refiere. Todo esto se refiere a las totalidades atributivas.
El
primer postulado es el de la corporeidad holótica. El segundo es el de la
multiplicidad holótica y el tercero es el de la recursividad holótica.
El primer postulado de la teoría holótica afirma que
sólo los cuerpos tienen partes. El referente de la ciencia es fisicalista.
Hay partes que son separables y partes que son disociables. Toda parte
separable es disociable pero no ocurre así a la inversa.
Además, tiene que haber un límite de
magnitud del todo y las partes. Si el universo es finito, entonces el universo
no es un todo. No hay totalidades infinitas. El monismo no es viable entonces.
M no es un todo, ni tampoco lo es Mi.
Bueno introduce el concepto
aristotélico de synolon, que es un concepto límite. El synolon no es una
totalidad, no tiene partes, tiene contenidos que lo constituyen. Los synolones
constituyen una limitación a una concepción holótica de la realidad de forma
trascendental, universal o general.
El
segundo postulado de la teoría holótica es el postulado de la multiplicidad de
las totalidades. Hay muchas totalidades de hecho. Este postulado es
la negación del monismo universal. Es el postulado ontológico de la symploké
que afirma que ni todo está conectado con todo ni todo está desconectado de
todo. Bueno distingue entre todos efectivos y todos absolutos. Es como la
distinción entre un todo real y un todo imaginario.
El todo absoluto se opone a la nada.
El todo absoluto puede ser ilimitado o limitado. El primero es el todo cósmico,
infinito en acto. En cambio, el todo absoluto limitado es una totalidad rodeada
de otras totalidades que lo limitan. La nada está rodeada por este todo.
Ante la pregunta acerca de la
conexión existente entre el todo absoluto externo y el todo absoluto interno Bueno
responde que el primero implica al segundo pero la recíproca no es evidente.
El todo efectivo se define en
función de la idea de un todo absoluto. Es su negación. Un todo efectivo es un
todo finito delimitado tanto interna como externamente. Esta idea de todo
efectivo se reobtiene por lo demás partiendo del concepto de partes formales,
opuestas a las partes materiales. Las partes formales contienen virtualmente la
forma del todo del que son partes que no contienen referencia a todo alguno del
que pudieran proceder. Las partes materiales
por lo demás se dividen entre determinantes e integrantes.
Un todo efectivo entonces se
redefine en función de sus partes formales, cuando es a través de ellas como se
nos da.
El
tercer postulado de la teoría holótica es el postulado de la recursividad.
Se trata de las relaciones isológicas entre términos holotéticos y términos
merotéticos. Este postulado es una regla que me hace esperar que cualquier
totalidad fenoménica dada se podrá reaplicar de modo isológico a otras
totalidades fenoménicas.
Este postulado se opone al postulado
heterológico, esto es a la tesis nominalista que afirmaba que sólo existían
individuos diferentes unos de otros y que por lo tanto, que no existían
universales. Hubo otras dos corrientes alternativas fundamentales: el realismo
exagerado y el realismo moderado. El primero sería un isologismo metamérico y
el segundo sería un isologismo diamérico.
Por esto hay repetición en el mundo
de los fenómenos, porque las cosas reales se nos aparecen como enclasadas a
través de clases distributivas, diversas entre sí, agrupadas en géneros, hay
especies y géneros. Como los fenómenos se repiten esto hace posible la
inducción y la ciencia. La regularidad natural está así fundamentada en Bueno
por la totatio y la partitio. Es la repetición universal la que se fundamenta
así en la teoría holótica. La totatio es la agregación y la partitio es la
división.
La totatio y la partitio forman dos
pares de tipos morfológicos que a decir de Bueno, están dotados de un alto
significado gnoseológico: el par sistático/ sistemático y el par
homeomérico/holomérico. La totalidad sistática es la totalidad estructural o
procesual. Las totalidades sistemáticas son totalidades. Las totalidades
sistemáticas son efectos de una recurrencia reflexiva de las primeras como
resultados de un proceso de retotalización a otro nivel de las totalidades
precedentes (partiendo de las sistáticas, como totalidades de primer orden).
Las totalidades sistáticas se refieren inmediatamente al plano fenoménico.
Las totalidades homeoméricas y las
totalidades holoméricas se puede decir que son recursividades holóticas
referidas a la repetición isológica del todo o de las partes. Las totalidades
holoméricas son totalidades susceptibles de descomponerse en partes, alguna de
las cuales sin necesidad de mantener semejanzas con el todo. Las totalidades
homeoméricas son todos descomponibles en partes semejantes al todo, como los
objetos fractales.
Ahora podemos decir que las
categorías son totalidades corpóreas sistemáticas. Dentro de las totalidades
están pues las totalidades categoriales, totalidades constituidas con partes
conformadas (antes que con partes formales). Las categorías son totalidades
efectivas y nos remiten a contextos ontológicos corpóreos, fisicalistas y ello
tanto en lo que se refiere a los contextos del ser como del hacer. Ello es
porque las categorías proceden de las ciencias positivas, pues las ciencias son
ciencias de la realidad y las categorías son los conceptos que designan las áreas
o campos científicos que roturan las ciencias.
Esta pluralidad de ciencias
realmente existentes y por lo tanto, de las categorías implica el principio de
symploké, enunciado ya por Platón en el “Sofista” y por Demócrito ciertamente
con una cierta anterioridad, denominándolo por cierto también epallaxis para
describir la unión entre los átomos, también llamados, por lo demás, ideas. El
principio de symploké afirma que ni todo está ligado a todo ni todo está
separado de todo. La primera alternativa conduce al monismo metafísico u
holismo. Es la concepción del universo como un todo. Esto conduce al idealismo
y al espiritualismo. La segunda alternativa conduce al escepticismo o
nihilismo, puesto que sostiene que las partes no tienen conexión alguna entre sí.
Siendo entonces el universo un caos sin conexiones ni estructuras. Entre ambas
alternativas discurre el pensar filosófico que se identifica con el
materialismo pluralista. Las categorías se refieren al ámbito de la ontología
especial. Sólo son aplicables al ámbito de la ontología especial. Las
categorías revelan el dibujo o relieve
del mundo (Mi) o materia cósmica o mundana.
El mundo tiene el aspecto de una
urdimbre con cortes, discontinuidades o cabos sueltos. Tal desconexión parcial
ontológica de las partes del mundo implica pluralismo que se advierte
gnoseológicamente en la pluralidad de las ciencias. Hay varias categorías
porque hay varias ciencias, pero hay varias ciencias por el principio de
symploké. Las categorías se organizan según los pliegues del mundo.
Por ello las categorías son un
elemento imprescindible para tener una concepción del mundo.
Platón dijo que si hay racionalidad
humana ello se debe a que hay symploké. Kant afirmó que la trascendentalidad de
las categorías se encuentra en las operaciones de un entendimiento incorpóreo.
Bueno afirma que la fundamentación de la trascendentalidad corre a cargo de los
órganos corpóreos del sujeto operatorio.
La symploké nos conduce a una suerte
de ateísmo trascendental terciario. La symploké implica un ateísmo de
principio. Pensar lo contrario llevaría a consecuencias absurdas. Si hay
symploké, entonces no hay Dios. La symploké niega el cosmismo, solidario como
es con la existencia de un Dios omnisciente y omnipotente.
Esto está vinculado con la ontología
general. La materia (M) no es cosmos ni es caos. (M) era un concepto crítico,
negativo. La symploké nos obliga a contemplar desde una perspectiva pluralista
a la materia ontológico general.
La disposición categorial del mundo
implica afirmar el principio de symploké, sin embargo, la recíproca dista de
ser evidente por sí misma. Cabe pues mantener el principio de symploké al
margen de las categorías.
Entonces las categorías introducen
la necesidad en el acontecer del mundo fenoménico.
1º Las categorías implican el
principio de symploké. Sin embargo, el principio de symploké no implica las
categorías.
2º La concepción categorial del
mundo introduce la necesidad en él.
3º La negación del principio de las
categorías implica la negación del principio de symploké.
4º La negación del principio de
symploké nos llevará a la negación del principio de las categorías.
Las categorías se dividen en
formales y materiales. Son géneros supremos y se dividen también entre
distributivas y atributivas. Las categorías formales y materiales son conceptos
conjugados. Hay que tener también en cuenta la distinción entre categorías
holotéticas y categorías merotéticas.
Por lo demás, no es posible un único
sistema cerrado y completo de las categorías. Hay diversos órdenes de
categorías.
Las categorías se agrupan en dos
órdenes categoriales diferentes: el
orden del ser y el orden del hacer.
La ontología especial materialista
queda completada por las ciencias particulares. El principio de symploké
delineaba las relaciones existentes entre los tres géneros de materialidad. Las
ciencias establecen las diversas regiones ontológicas. Las ciencias
particulares describen la configuración ontológico-especial en detalle del
mundo.
Ahora bien, las categorías no agotan
toda la realidad. Hay algo que rebasa a las categorías. Por ello se ha
distinguido antes entre ontología general y ontología especial.
¿Qué alcance ontológico tienen las
categorías? Existen contradicciones en el seno del mundo entre las diversas
categorías. El limite de lo racional se halla en los intervalos o fronteras
existentes entre los diversos campos categoriales roturados por las ciencias
positivas.
Respecto al lugar que les pueda
quedar a las Ideas, Bueno afirma que si
hay una sola categoría o bien hay un sistema único de categorías en el mundo
que evite que las categorías como multiplicidad sean una rapsodia o bien hay
una multiplicidad contradictoria de las categorías. Ahí radica la oposición del
materialismo trascendental frente al idealismo trascendental. Las categorías
son plurales de manera empírico-trascendental. La pluralidad de las categorías
posibilita la pluralidad de las Ideas. Las Ideas son como hilos que conectan
las diversas áreas categoriales del mundo. Las Ideas son determinaciones
comunes a varias ciencias o varias áreas de la praxis humana.
Hay Ideas precategoriales y
postcategoriales, también llamadas transcategoriales, que pueden ser comunes o
diferenciales y pueden mantenerse a su vez en un plano oblicuo (formal) los
contenidos oblicuos son de índole lógico-material, o en un plano recto (material). Lo formal es
lo oblicuo, lo recto es de tipo ontológico-especial, las características rectas
son de índole ontológico-material. Las determinaciones formales expresan
diferencias o bien analogías; todas ellas se nos darán en Ideas. Las
determinaciones materiales se dividen también en comunes y en diferenciales.
Como ya dijimos antes, las Ideas son
el objeto y el campo de la Filosofía. Las categorías son el ámbito de las
ciencias positivas. Las Ideas están en los intermundos de las categorías, son
las mediaciones entre las diferentes categorías o ciencias.
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