jueves, 14 de diciembre de 2017
Descomposición
La izquierda socialdemócrata y la izquierda comunista sostenían la negatividad del capitalismo y de la sociedad burguesa porque había alienación del hombre. Esta alienación era básicamente económica y estaba originada por la propiedad privada de los medios de producción. La revolución pues era necesaria para conseguir la emancipación del hombre. La clase obrera primero y luego el Partido eran los sujetos revolucionarios, los demiurgos filósofos que subvertirían la sociedad burguesa. En el caso de la socialdemocracia se aceptaba el reformismo, la vía gradualista con el partido, la clase obrera y la democracia burguesa. En ambos casos se ha producido la extinción. El comunismo desapareció como alternativa seria al capitalismo en los años 1990. Había desaparecido la clase obrera y los partidos comunistas por lo tanto se iban menguando cada vez más. La socialdemocracia murió de éxito al ser asumidos sus postulados por los demás partidos burgueses y al conseguir ella misma implantar sus ideas reformistas en las sociedades capitalistas. Todos los partidos eran burgueses, eran capitalistas, eran de derechas pues. Ser de izquierdas pasó a significar estar en contra del sistema burgués democrático de bienestar desde fuera. Ahora bien, sin clase obrera poco se podía hacer. Entonces la izquierda se refundó: No se podía atacar la economía burguesa, la capa basal pero sí la capa conjuntiva. Conseguir que se pudrieran las instituciones sociales burguesas con la propaganda: matrimonio, normas morales y éticas, relativismo, perversiones sexuales, parafilias políticas: mariconismo, feminismo, ecologismo, animalismo, etc para hacer saltar la sociedad burguesa. El sujeto revolucionario pasó a ser el lumpemproletariado: vagos, maleantes, parásitos, inmigrantes, putas, mendigos, delincuentes, asesinos, ocupas, pervertidos sexuales. Ahora la izquierda apoyaba el delito, la transgresión, la perversión, el vicio, la degeneración moral, lo anormal, lo anómalo para conseguir sus objetivos revolucionarios. Además, nada de teoría revolucionaria. Sofística de baja estofa, fórmulas sencillas, demagogia. El nivel de los teóricos o políticos izquierdistas es de Primero de la E.S.O. frases, fórmulas, consignas, simplificaciones. Sofística y demagogia. Halagar al vulgo y ya está. Esto es lo que pasa cuando alguien va con la bandera de España: que un asesino de izquierdas lo mata y los medios de comunicación izquierdistas le quitan toda importancia. Quieren legitimar el delito revolucionario. Lo mismo ocurre con los partidos de izquierdas. Les parece algo sin la menor importancia. Así están las cosas: izquierda=delito.
domingo, 3 de diciembre de 2017
Sin Gustavo Bueno
Gustavo Bueno Martínez (1924-2016) el Ser Superior falleció el año pasado, el 7 de agosto de 2016 y desde entonces podemos constatar el inmenso vacío inconmensurable que ha dejado con su ausencia y por otro lado el que su figura filosófica y humana no deja de agigantarse en contraste con sus seguidores y su círculo familiar e íntimo. Un filósofo comparable con Platón y con Aristóteles es mucho filósofo y mucho más si escribe y piensa enteramente en español, sin complejos, con patriotismo, por España y con España y sin las tonterías de los progres a propósito de Europa, la Europa sublime y con las necedades e infamias de la leyenda negra y sin las modas progresistas socialdemócratas del Estado de derecho y de los derechos humanos. Desenmascaró a la izquierda cínica, valga la redundancia porque la izquierda es la heredera de la sofística griega y de los predicadores. La izquierda te vende humo, palabras. Es la impostura por excelencia. Eso lo supo detectar D. Gustavo Bueno y supo diagnosticar los males de la sofística democrática, esto es, del fundamentalismo democrático. Esperemos que todos nos pongamos a filosofar de manera modesta y realista y continuemos con la crítica a la impostura democrática europeísta y progresista.